Ya sé que las navidades son dechado de felicidad para una inmensa mayoría de personas. Pero para mi son solo un cúmulo de obligaciones etílico-gastronómicas ligadas a un progresivo descenso económico que me produce graves alteraciones físicas y espirituales. Quizás en mi niñez fueran como las de cualquier otro, pero una vez perdida la añorada perspectiva de la inocencia, solo deseo cuando se acercan que éstas pasen cuanto antes y a otra cosa; es decir, que den el pistoletazo de salida a un nuevo año con una nueva primavera que nos traiga un nuevo sol de verano.Por lo demás cuando me apetece cenar con alguien lo hago, cuando me apetece regalarle algo a mi madre se lo compro, cuando me apetece salir salgo.
No obstante como me cuesta poco esfuerzo ser complaciente ¡Felices fiestas a tod@s!
























Un muro de unos 5 metros de altura nos separaba de nuestro cometido, era difícil pero no imposible, tenías que estar ágil, sobrao de morro y tener entre 14 y 16 años, con eso era más que suficiente para conseguirlo. La cosa consistía en salir disparado contra el muro para coger impulso poniendo un pie sobre el zócalo que estaba a un metro veinte de altura y agarrarte con las dos manos al borde del ventanuco que formaban los arcos, una vez colgado en ese borde tenías que subirte a pulso con mucho cuidado para poder agarrarte un poco mas arriba en una especie de barandilla que era donde realmente estabas mas seguro, una vez ahí arriba solo tenías que esperar a que uno de los matones contratados por la empresa promotora del evento se diese la vuelta y descolgarte dejándote caer, esta vez con un poco mas de altura porque el anillo exterior del coso esta por debajo de la superficie de la calle. Una vez conseguido, mezclado con el resto de asistentes buscabas a tus colegas y a disfrutar.




Vivimos cuando erramos








Metía como podía la ropa en el coche, apretándola con el resto de cosas. Ya era el último viaje, estaba cansado de subir y bajar escaleras y ninguno de los dos edificios tenía ascensor. Cajas, cuadros de mi padre, discos, un PC, ropa, pffffffffff…. mas cajas. Cuanta mierda innecesaria acumula uno con el paso del tiempo. Al estar ordenada parece que ocupa menos espacio, pero al querer empaquetar y trasladar unos años de tu vida te das cuenta de que a lo peor te estas precipitando. Ojalá todo pudiera trasladarse igual que los recuerdos, los buenos y los malos. 