miércoles, 4 de julio de 2007

¿Y EL OTRO?

Se celebraba el día del señor, hacía buena temperatura y la noche anterior no fue muy dura, me acosté temprano. ¡Me voy a lavar el coche! Recogí a Manolo y nos pusimos en marcha. Con las ventanillas bajadas, el aire se agradecía. Buena música en el cassette y para el sol, unas gafas de las más modernas que tenían en los invasores. Lástima que con las dioptrías que tengo, fueran sin graduar. ¡Todo no se puede tener! La carretera, sin tráfico. Una delicia de mañana. Una curva demasiado curva me hace blasfemar, inevitablemente veo como el vehículo se dirige al lado contrario y al tocar la tierra del bancal... Seis vueltas de campana, arena y sangre en la boca, cristales en la espalda, polvo, mucho polvo… Al pararse todo, Manolo también se cagó en to lo nacío y a pesar de la nube de polvo que nos envolvía supe que estaba vivo.
Una señora que circulaba detrás, paró en el arcén y nos preguntó por “el otro”.

Era la tienda de campaña que llevaba en el maletero.

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