jueves, 5 de julio de 2007

EL DIOS QUE TE CAGÓ

Llevo ya diez minutos debajo de la cama, quieto, callado, expectante… y no llega… sigo esperando un rato más con la impaciencia propia de mi corta edad. Desde mi posición puedo ver reflejarse en el suelo del largo pasillo la luz que entra desde el final por la ventana del salón, otros reflejos más pequeños entran por las ventanas de las habitaciones de ambos lados, el suelo esta frío, pero muy limpio, de la cocina me llega el olor de las lentejas que esta preparando mi madre. Se puede aguantar otro rato más… de repente oigo el sonido que produce el arrastrar de unas zapatillas de paño con su suela de goma blanda, acompasados con el seco sonido de un bastón de madera… ¡Ya viene! ¡Ya se acerca!… Inmóvil, me preparo para recibirlo, con subidón de adrenalina incluido. Lento pero seguro se acerca cada vez mas hasta que por fin entra en la habitación y lentamente se sienta en la cama. ¡Ahí estoy yo! Le agarro fuerte el tobillo con la mano agitándole el pie y justo entonces es cuando intenta darme con el bastón en la muñeca exclamando asustado ¡El diossss que te cagó!
Vicente, mi abuelo materno, tenía dos frases preferidas con dos variantes cada una; la primera ''El Dios que te cagó'' y su variante ''El Dios que te menea'' y la segunda ''Miasi ardierais'' con su variante ''Miasi volarais''.

Todo un personaje.

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