jueves, 19 de julio de 2007

UNA BUENA DROGA

Sube lentamente, parece que no puede con el peso que tiene en sus entrañas, pero al final despega y tu cuerpo empieza a sentir algo extraño, agradable, agridulce, unas mariposas empiezan a revolotear en tu estomago y en tu cara se empieza a dibujar una mueca de sonrisa angustiada, poco o nada importa ya porque no hay vuelta atrás, sigue subiendo hasta alcanzar la altura deseada.
Las personas, las casas, los árboles, los bancales del campo, todo se ve ahora más pequeño, los compañeros de tu viaje comentan como se sienten, algunos con su larga experiencia tranquilizan al resto, “no pasa nada”, “esto es la hostia”, comentan. De repente alguien abre la puerta y el viento nos despeja a todos, su ruido ensordecedor nos anuncia que la adrenalina esta ahora actuando a toda velocidad en nuestro cuerpo, uno tras otro vamos cruzando el umbral y empezamos a caer. Mi turno también me llega, salto al vacío y la velocidad es superior a la obtenida con cualquier aparato de motor que haya manejado, es mi cuerpo, solo mi cuerpo el que esta cayendo a 250 Km.H, durante un minuto, el subidón es espectacular, no he probado nada igual y mira que he probado muchas, pero esta supera con creces a las otras, volveré a probarla otra vez, seguro que me voy a enganchar.
Pasado este minuto, mi instructor en este viaje, tira de la anilla, el paracaídas se abre y comienza un placentero descenso de unos 5 ó 6 minutos más hasta el punto de aterrizaje en el aeródromo, la bajada es alucinante, no soy capaz de describir con palabras la visión y la perspectiva que tengo a mi alrededor, sigo alucinando, no me creo lo que estoy viviendo.

Genial, bestial, todo un lujo de droga.

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