
Pero la perra no se tomaba en serio al perrete y he aquí que el perrete se cansó y llegado el momento se convirtió en un perraco. Pasó de ella igual que de las garrapatas y entonces buscó otras perras. Una vez enterada la perra de que el perrete (ahora perraco) ya no le hacia ni puto caso y pasaba de ella como de un solar de pulgas, la perra (ahora perrita) le ladraba tiernamente ¡guau, guau! ¡guaaaauu! El perraco le dejaba ahora que la perrita le lamiera los huevos, que fuese detrás de él oliendo su orina y que se comiera algún que otro pegote de mierda que se le quedaba pegado en el culo.
Moraleja; El que seas un perrete o un perraco, depende mucho de cómo se porte la perra.
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