jueves, 23 de octubre de 2008

A TAN SOLO CUATRO PASOS



Allí se encontraban, a tan solo cuatro pasos el uno del otro en la caja del supermercado. Ambos se reconocieron pero no se atrevieron a saludarse. Llevaban cerca de 30 años sin verse pero se reconocieron. Ella había ido a peor con el paso de los años. El tiempo no la tenía muy bien tratada, su vestimenta no destilaba precisamente el estilo que se creía intuir en una diosa de la adolescencia. Si bien algunas personas la madurez acentúa su belleza y personalidad a ella le había desvirtuado totalmente su figura. Ni su peinado ni su escaso maquillaje acertaban a darle ni un pequeño toque de glamour que aportase nada bueno al conjunto global. De él sin embargo para no extenderme mucho, tan solo decir que le daba cien vueltas.
A tan solo cuatro pasos el uno del otro y nada quedaba ya en sus corazones de aquel amor adolescente que les llenaba el estomago de mariposas y les hacía pasar noches enteras en vela. Ni rastro de ese amor tan puro que se conformaba con el solo roce de una mano, con retirar el pelo de la mejilla, con acomodar el brazo por encima del hombro en un cine. La tibieza del encuentro mañanero en el instituto, el beso en el césped de la piscina, el compartir refresco y hamburguesa en el “Bocata Quick” y toda la etérea esfera en la que se encontraban cuando tenían catorce o quince años y estaban enamorados…..¿Enamorados? ….bonito palabro.
A tan solo cuatro pasos el uno del otro rondaban preguntas sin respuestas y pensamientos fugaces ¿Tendría hijos? ¿Estaría casada? ¿A qué se dedicaría? ¿Qué habría sido de esos aires de grandeza que se daba? ¿Habría estado viviendo fuera? El no era capaz de adivinar ni una sola de las respuestas y lo que veía; simplemente no le indicaba absolutamente nada.
A tan solo cuatro pasos de ella, a él le importó una mierda todo este rollo cuando con una sonrisa de oreja a oreja la cajera le dijo “64,50” y mientras salía del super, instintivamente recorrió la calle con una furtiva mirada en busca de algún señor montado en una vieja vespa.
A tan solo cuatro pasos el uno del otro y ni una objeción sobre porqué se largó con el primer imbecil que se encontró, para poder ir todos los días montada en una vespa al instituto.
¡Hay que joerse con el amor!... Las vueltas que da la vida, sobre todo en vespa.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Cómo me transportas ahi enmedio de tus pensamientos, eres la ostia, me gussssstaaaaaaaaaaaaaaaaaa. Un beso Maca.

Chocho_lindo dijo...

Siento lo de la ortografía....no puedes pedirle demasiado a un yonky analfabeto....