miércoles, 3 de septiembre de 2008

APRENDICES

.- ¿Y se la deja en el cajón?
.- Si, todas las noches, bueno en realidad siempre esta ahí, yo llevo tres meses viéndola en el mismo sitio.
.- Venga tío pues mañana se la levantamos y al día siguiente se la devolvemos.
.- Ok.

Hablábamos de la pistola de su capitán, una Star modelo “S” de 9 mm que se fabricaba en Eibar en una empresa familiar muy conocida en el colectivo militar propiedad de un tal Bonifacio Echeverría que la fundó en los primeros años del siglo XX y se hinchó a vender estas y otras armas durante la guerra civil.

Mis otros dos contertulios eran “El Horacio” y “El Nono” (Este último se lo llevó la droga hace algunos años) compañeros míos del servicio militar que decidieron coger prestada la pistola de su capitán y darle un paseo por Albacete. La pipa salió del recinto militar de la base aérea de los Llanos en el fondo del macuto del Nono que iba conmigo de paquete en la moto.

Una vez ya en los bares el hierro iba de mano en mano haciendo las típicas poses y fantasmadas propias de unos criaturos de dieciocho años.. que si me abro la cazadora y te enseño la empuñadura… que si te apunto con sigilo sin que nadie nos observe.. que si pegamos un palo en una tienda… ¿¿Quéee??? ¡Qué si coño! ¡Que si pegamos un palo en algún comercio!...Ya empezábamos a cagarla, ya nos creíamos ser “El Pernales” o “El tempranillo” o alguno de esos... con la ayuda de las litronas y los porritos nuestras borrosas mentes emprendían el camino equivocado.

El comercio elegido actualmente es un taller de arreglo de zapatos y artículos de piel que hay en la esquina de la plaza del Padre Damián, pero en aquella época era una tienda de ultramarinos regentada por una familia apellidada Gil en la que por las tardes la madre pasaba sola gran parte del tiempo. Tan solo debíamos esperar en un lugar estratégico a que no hubiese ningún cliente, entrar con el pasamontañas puesto y vaciar la caja. Nada complicado, como mucho la operación duraría dos minutos y después a disfrutar del botín, que suponíamos no daría para gran cosa, pero suficiente para pasar unos días de juerga. El mas atrevido fue Horacio, el sevillano, que sería el ejecutor directo, el Nono le esperaría un poco mas adelante en una moto y yo montado en la mía sería el encargado de dar “el agua” desde otra esquina cercana.

¡Venga abuela mete la pasta de la caja en esta bolsa! ¡Rápido joder! ¡Que miras! ¡Que metas la pasta en la bolsa que te meto un tiro! ¿Pero que haces abuela? Me cago en Dios, abuela pero que me vas a daaar, hostia la abuela de los cojones…

Lo primero que hizo la abuela fue tirarle a la cabeza con los botes de las estanterías que mas le quedaban a mano (uno de ellos le alcanzó en los riñones) acto seguido se fue para el mostrador y cogió una barra de acero de 22 mm de esas estriadas que se utilizan en los forjados de la obras y se la tiro cuando este ya salía por la puerta. Los dos de fuera vimos la barra romper un cristal y a la abuela salir gritando “desgraciaaao le vas a robar a tu puta madre”

Aun hoy, doy gracias de que la cosa acabo así de cómica.

Lo que a nuestra edad nos parecía una abuela en realidad era un cincuentona, bastante ligera y con un par de ovarios.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Jajajajja ajjajajja jajajjajaj jajaj pero tu eras asii'? y me partooooooooo jajjaja, chao maca.