Si, se frotaba constantemente con
las yemas de los dedos. Por encima del pantalón, por debajo de las braguitas,
en el trabajo, en casa, en el supermercado.
Ya había probado la crema esa
chily, el vaginesil, la lejía, el estropajo… “Jooodeeerrr, por lo visto, el
frotar no se va a acabar nunca”. Meditaba angustiada.
Estuvo en el médico, en un
curandero y hasta en un programa de la tele…pero nada, ella seguía rascándose toda
la entrepierna. Se tocaba el bulbito al ducharse. Se masajeaba la zona
clitoriana al acostarse. Se restregaba en los brazos del sofá. Se metía
consoladores, pepinos, nabos, cuellos de botella, un Nokia 5110, rabos de
escoba, pilas, su cepillo Oral-B, bolas chinas, sardinas congelás…
No podía parar, a la menor
ocasión se introducía en la rajita el mango de los destornilladores, el lector
de códigos de barras, el bote del orégano, palitos de merluza, el pitorro de la
manguera del patio, linternas, tripas de salchichón, botecitos de fragancias……
Empezó a creerse una enferma.
Dioooosssss …lo único que le
faltaba a la muy perraca, era follar.
1 comentario:
jajajajajaja siii solo eso le hacia falta
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