¿Qué pensarían estas mal folladas si supiesen que acababan
de reunirse con un ex-yonki?
Eso mismo me preguntaba tras finiquitar una reunión que
había mantenido con la Subdirectora General para el Desarrollo de la
Sociedad de la Información y a una de sus Jefas de Área en sus dominios (la
SETSI). Tan solo eso me rondaba por la cabeza después de darles un par de besos
y comenzar a bajar las escaleras de la calle Capitán Haya, 41, en Madrid.
Quizás por ir regodeándome en tan banales pensamientos no
preste la menor atención a dos figuras encueradas de riguroso negro (casco de
moto incluido) que parecían charlar en amena confianza, uno subido en la acera
y otro a lomos de una BMW a juego con sus atuendos. Dos personas en moto a las
12:30 horas de la mañana en una transitada calle de la capital de España ¿Quién
repara en eso?
Si tienes la conciencia tranquila y eres un ciudadano
respetable, lo mas seguro es que le prestes la atención justita. Pero
tratándose de mí, debería de haberme dado cuenta un poco antes de que el que
estaba de pie en la acera se encaminó con paso decidido hacia donde yo me
encontraba al tiempo que se metía la mano en la sobaquera izquierda, sacaba una
pistolita y me descerrajaba cuatro tiros a una distancia de no mas de tres
metros.
Tratando de detener la sangre que brotaba de mi costado
izquierdo. Me di cuenta que no podía hacer mucha fuerza con el brazo derecho
porque empezaba a sentir un calor tremendo en el bíceps, al tiempo que notaba
como la sangre iba bajando hacia la manga de la camisa calentándolo todo, como cuando
uno se orina encima.
Antes de caer al suelo, vi a un municipal vocear al aire y
sacar su arma justo al tiempo que mis sicarios preferidos (yo es que también
soy motero) se perdían a toda hostia entre el trafico madrileño.
Continuará…
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