Ansioso, más que nervioso, metió la mano en el bolsillo del vaquero
y extrajo una pequeña bolsita de plástico. El filo de su navaja cortó de un
tajo el extremo quemado y prensado con los dedos, “Atrás quedaron las viejas
papelinas", pensé.
Con sumo cuidado de no desperdiciar nada, descargó el contenido en
la cuchara donde previamente había añadido una exigua gota de limón. Atrás
quedó también la novelesca parafernalia de calentar la cuchara con la llama del
encendedor. Con la caperuza de la flauta
removió bien la mezcla hasta disolver por completo cualquier grumo. Añadió unas
gotas de agua succionadas directamente del grifo y removió de nuevo. Con los
dientes extrajo un trozo de filtro de un cigarro, hizo una bolita con los dedos
y lo deposito en el mini cocido que estaba preparando en su cuchara. Con
pasmosa destreza, utilizando en esta ocasión cuatro dedos de su mano izquierda
(nos volvemos ambidiestros sin percatarnos de ello) succionó a través del
algodoncito todo el liquido, hasta dejar en la cuchara un diminuto montoncito
de barro junto al filtro. Colocó la aguja en la punta de la flauta y se metió en la boca un extremo
del cinturón que había enrollado a su bíceps derecho. Con los dientes apretados
tiró del cinturón hasta que las venas hicieron acto de presencia, insertó la
aguja en una de ellas y succionó la suficiente sangre como para mezclar el
contenido dentro de la flauta.
Inmediatamente aflojó la presión liberando de su boca el cinturón y lentamente empujo
el embolo hacia adentro, repitiendo varias veces la misma operación.
Esa misma operación, que yo había realizado en miles de ocasiones
unos cuantos años atrás, ahora me producía todo un torrente de sensaciones
contradictorias a las que por suerte para mí, ganaban por goleada las de
rechazo.
Una vez esparcido todo el contenido por su torrente sanguíneo, ya
se digno a levantar la cabeza y dirigirla hacia mí. Dió por sentado que no le
reprocharía nada por su falta de cortesía al atender la visita. El sabía de sobra que yo también
entendía aquello de “lo primero es lo
primero”.
.-Bueno, dime, ¿A que se debe el honor?
Continuará……
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