lunes, 8 de febrero de 2010

EL CATEDRÁTICO

Tan solo han sido dos, las ocasiones en las que, por circunstancias de la vida me ha tocado compartir mesa y mantel con semejante erudito. ¡Que dicción! ¡Que maestría! Que manera tan elegante de enriquecer con su presencia a todos sus acompañantes a la mesa. ¡Gracias dios mío! Por haberme permitido disfrutar de unos momentos plenos de sabiduría en estado puro.

Cual pavo real en un pomposo jardín de la aristocracia francesa del siglo XVIII, despliega sus plumas minorando cualquier cosa o persona que tenga en derredor. Él no habla, él sentencia, como si de un honorable y sabio juez se tratase, el más nimio tema de conversación cobra en su boca la importancia de asunto de estado, de magnánima e incuestionable razón que por descontado el resto de contertulios jamás debiéramos atrevernos a discutirle.

¡Virgen del amor hermoso! Pero como se nos ocurre siquiera opinar sobre la metamorfosis de Kafka cuando nuestro ilustrado y docto partenaire intenta culturizarnos sobre el precio de la barra de pan, sobre el penalti que le anularon a Cristiano Ronaldo o sobre si la playa de Gandia es mejor que la de San Juan.

Su total falta de humildad y su desprecio hacia la opinión del resto de comensales le juegan constantemente la mala pasada de creerse varios escalones por encima de todos los demás. Este aventurero de todo a cien, no habla, se escucha.

Unos días de vacaciones en el pueblo, una escapada de fin de semana con tu pareja o una comida en cualquier restaurante, puede llegar a ser algo de lo mas normal para el resto de mortales, pero ojo, narrado por nuestro pedagogo particular se convierte en algo único, irrepetible y exclusivo que solo unos pocos afortunados como él pueden describir para dejarnos a los demás con la boca abierta y el hilillo de baba derramándose sobre nuestra camisa. Deberíamos aprender, e ir donde él ha estado, comer lo que él ha comido y ver lo que él ha visto.

¡La madre que lo parió! Sentado frente a tal derroche de prepotencia, uno se pregunta si el colega se creerá que es un agente doble de la CIA, corresponsal de guerra en Afganistán, el propio Stallone despachándose a unos “Charlies” o el mismísimo 007. Pero no, nada de todo esto, él en realidad es; PORTERO DE ESCUELA, ¡Uuuiii! Perdonadme, no he hablado con propiedad, en realidad es bedel de la universidad. El colega chana un huevo sobre las diferentes formas de atasco de papel en la fotocopiadora, sobre los sacapuntas y gomas de borrar a incluir en el pedido del material de oficina y sobre pasarle las llamadas a sus superiores, es decir a todo el mundo que labora en su centro de trabajo puesto que él ocupa el nivel mas bajo en la jerarquía de su entorno profesional.

Profesiones dignas donde las haya y comparaciones aparte, he almorzado varias veces con pastores que me han aportado más en diez minutos de lo que pueda aportarme este subnormal en toda una vida.

Como este valiente gilipollas dijo y se quedó tan pancho; La ignorancia es muy atrevida.
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3 comentarios:

Anónimo dijo...

ni yo misma habria definido tan acertadamente a semejante especimen.espero k este en peligro d extincion y desaparezca del mapa.saluditos guapo

La más Prota dijo...

No podrías haberlo definido mejor... jajajajaja Ole!

Radiator dijo...

hombre, si es bedel de universidad, eso lo explica todo...seguramente habrá pillado la esencia de los conocimientos que flotan en el ambiente universitario... ya sabes que al final todo se pega.... en finssss...tol día matando gilipollas y todavia quedan a montones, hay q joderse pa no caerse

saludetes