miércoles, 6 de febrero de 2008

EL EQUIPO “B”

¿Nos echamos algo? ¿O quéeee?
¡Venga! Pos si es viernes como no no lo vamos a echar.

Nos sacamos el mono lleno de grasa, nos lavamos con jabón y serrín para intentar quitarnos el negro imposible de quitar de las manos de un mecánico, nos atusamos el pelo, nos perfumamos con la colonia que alguno siempre guardaba en su taquilla y nos montamos los cinco en mi Renault 7 recién pintado.

Una ronda de cerveza, dos, tres, un platico de forro, uno de oreja, otro de patatas con alioli, más rondas de cerveza ¡Neeene tráete un poco pan! ¡Y pon unas guarrillas de esas! Palillo en la boca, unos carajillos, la cuenta y a tomar unos cubatas por ahí. Un garito, otro, una nena que le dices una gilipollez, otro cubata, unas risas…..

¿Y si nos vamos a la Cueva de la Pocha?
¡Venga ya estamos tardando!

Los cinco en el coche, “Branquias bajo el agua” de Derribos Arias, “Hola Mamoncete” de los Ilegales y cosas por el estilo en el radio-cassette y por si alguien no lo sabe la cueva de la Pocha es un garito situado en la loma de la montaña cerca del castillo del histórico pueblo de Chinchilla de Montearagón y que todavía existe pero permanece ya cerrada muchos años (El local es una antigua casa-cueva). La subida al castillo fue un poco aparatosa pero manejable teniendo en cuenta que subiendo siempre vas más despacio.

La bajada fue más bonita; después de meternos en el cuerpo los cubatas que nos faltaban, las estrechas callejuelas del pueblo en las que a cada lado del coche no quedan más de 20 cm. parecían la pantalla de un videojuego. De noche, tostao, con la luz tenue del alumbrado municipal que salía de unos farolillos antiguos, en pleno invierno. Las desiertas calles se me iban apareciendo como las de un relato de terror. Nos balanceábamos dentro del coche hacia un lado, hacia el otro, y en algunos ya se vislumbraba la cara de acojone. Casi llegando a la salida de la general la calle seguía bajando y se dividía en dos. En el vértice de la bifurcación un pilón. ¡Ni pá un lao ni pál otro! En el pilón empotré el morro del coche.

Despliegue de medios. ¡Todos fuera! ¡No ha pasao ! Uno se tumbó todo lo largo que era en medio de la calle para según el ¡Hacerle una alineación de la dirección! Otro cogía unos ladrillos de una obra cercana para calzarlo y cambiarle una rueda, otro unas hojas de unas plantas de jardín para limpiarle el parabrisas, yo que por aquel entonces estaba mas seco que el pellejo de una mierda me metí entre el pilón y el morro para que ayudado por los otros dos restantes reculáramos un poco para poder trabajar. Le cambiamos la rueda, le metimos con una piedra al buje para enderezar un poco la dirección y nos volvimos despacito a Albacete con un pequeño movimiento de sube y baja en el camino.

Lo sé, lo admito, yo era un veinteañero descerebrao, pero… ¿Y los responsables padres de familia que me acompañaban? Me sacaban entre 12 y 15 años ¿Qué eran ellos?

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