viernes, 11 de febrero de 2011

INTERCHANGE

Me pidió para comer. Me pareció buena persona y le invité a almorzar lo mismo que estaba tomando yo; un pincho de tortilla, un zumo de piña y un café. Entablamos conversación y me comentó que había llegado en patera hacía ya más de un año y todavía no le veía el color al primer mundo. Nos hicimos tan amigos que intercambiamos nuestras vidas. El se vino a vivir a Albacete, ocupó mi casa y mi trabajo y yo me fui a vivir a un pequeño pueblo de las afueras de Bekwai, en la región de Ashanti, en Ghana.

Yo estoy muy feliz, ayudo a su familia a cultivar y recolectar cacao, rodeado de humildad, sin ningún adelanto tecnológico, lejos de tanto desarrollo. No necesito mucho porque no tengo ningún gasto, la magnificencia de todo lo que me rodea suple cualquier carencia.

La última carta suya que recibí me dejó muy triste.

“Estimado amigo;

Después de pagar la gasolina y el seguro de los vehículos, la hipoteca de mi jaula, las multas de tráfico, el seguro de los muertos, hacienda, la seguridad social, la luz, el gas, el agua, la comida, la ropa, la retirada de basuras, el garaje, los IVA, el colegio de los niños, el plan de jubilación, el Internet, el móvil, el gimnasio, los restaurantes de “New Cuisine”, la zona azul, la autopista, los tributos municipales, el canal plus, las drogas legales a precios de ilegales. Después de madrugar mucho todos los días para buscar aparcamiento, para meterme en un zulo o dejarme la vida en la carretera, para aguantar a montones de imbéciles….

Quise cambiar, cambiar a otro trabajo donde me prometieron ganar mas, para poder así pagar más y mejor por esta vida de gran país desarrollado. A los tres meses, la gran empresa me metió en un ERE y con lo del subsidió no llego a fin de mes, rescaté el plan de pensiones y ya me lo he fundido, con lo cual si llego a jubilarme, me espera una limosna o quizás ni eso. Ni siquiera se si me dará para que me limpien la baba en un antro de residencia. Nos acaban de desahuciar. Aquí solo soy una mierda de número en un DNI.

En mi aldea el hombre que no puede cuidar a su familia lo atan a un árbol para alimentar a las fieras y el resto del poblado se ocupa de mantener a su mujer y a sus hijos.

Diles a mis padres que se ocupen de mi familia, que están de camino. Aquí no hay fieras, pero los camiones de la autovía también me valen. Ya tengo visto el puente de la A3 por el que me voy a tirar.

¡Que bien me la metiste!”
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