
Nada al alcance de tu mano que te acerque a la realidad, un periódico, una revista vieja, aunque solo fuese un triste folleto con precios de electrodomésticos.
Los minutos pasan y aprietas cada vez con más fuerza la frente contra las manos. Los codos que descansan sobre las rodillas ya empiezan a resentirse del peso de tu cabeza.
La situación se hace cada vez más angustiosa, solo aquellos que pasan por circunstancias similares en la vida pueden llegar a entenderlo a la perfección. Tu cabeza busca soluciones inmediatas y al mismo tiempo en tu frente empiezan a aparecer unas finas gotas de sudor.
¿Debí de cambiar ciertos hábitos?
No sé, supongo que sí, que resulta lógico, que eso hubiese ayudado.
Finalmente te incorporas y mientras tiras de la cadena sigues pensando aquello de…¿Y si fuese verdad eso de los cereales y la fibra y las demás chorradas?
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