De vez en cuando me gusta desplazarme hasta algún pueblo cercano y pasear por su rural periferia fijándome simplemente en los bancales, en los árboles y en las casas, sin mayor aspiración que la de relajarme y respirar un poco de silencio.
Hace poco en una de estas escapadas, paseando entre un grupo de casas derruidas en el manchego pueblo de “El Masegoso” atrajo mi curiosidad un trozo de vieja postal que sobresalía debajo de media teja, en el suelo, entre cañas de un antiguo techo, escombros, trozos de muro de adobe y alguna que otra pata de mesilla de noche de las de hace 60 años. La postal era una imagen de la calle de Alcalá en Madrid y aunque su estado era muy precario podía leerse su contenido con total claridad. El remitente era un tal Alejandro Díaz Márquez y la destinataria una tal Maria Luisa Cortés Jiménez. Lo que leí en su reverso me dejó tan impresionado que decidí indagar un poco sobre los protagonistas del curioso documento postal.
Mientras me tomaba un café pregunté en el bar de la plaza por los nombres que aparecían en la postal enmascarando mi interés con la posible compra de algún solar en el pueblo;
.-Pero ahí no vivía ese que usted dice, eso era de los Cortés y murieron hace ya muchos años, se quedó la hija sola y murió también hará unos 20 años.
.-¿Una tal Maria Luisa?
.-Si, la Luisa. Eso quien mejor te lo dice es el Benito, ese que esta sentao ahí en la plaza.
Pagué mi café y me fui a hablar con el Benito. Un abuelo de unos noventa años que estaba tomando el sol sentado en un banco de la plaza del pueblo con su boina y su garrota. Me presenté, le dije que me habían indicado en el bar que quizás podría ayudarme y tras una breve introducción la conversación ya transcurría por donde a mi más me interesaba;
.-El padre de la Luisa tenía muchas tierras, eran de los más ricos de por aquí. Cuando la guerra civil el mandaba mucho en el bando nacionalista y entones hicieron mucho dinero. El Alejandro era maestro, de una familia muy humilde pero muy buena de aquí del pueblo. También cuando la guerra lo reclutaron los nacionalistas y se tuvo que marchar y nunca volvió, lo mataron los republicanos en Madrid.
.-¿Pero eran novios el Alejandro y la Luisa?
.-Que vaaa, la Luisa era la única hija de los Cortés y no creo que el padre quisiese a un maestro escuela como yerno, en aquellos tiempos los maestros pasaban mas hambre que los perros. La Luisa murió soltera la pobre.
.-¿Pero entonces….?
Ante la contradictoria versión del Benito le conté mi hallazgo, le dije quien era el remitente y quien era la destinataria. Cuando terminé de leerle el contenido, el abuelo se quedo fijamente mirándome a los ojos y pude ver como una lágrima resbalaba por su mejilla hasta la solapa de la chaqueta. Justo entonces otra lagrima mía hizo lo propio yendo a caer encima de la postal. Valiente corazón el de Alejandro que me usó después de tantos años para que en su pueblo por fin alguien supiera la verdadera razón de su marcha al frente.
“Amada Maria Luisa, poco tiempo tengo para contarte todo lo que te quiero, son tantos días ya sin verte que lo que más deseo es que todo esto termine, pueda regresar al pueblo cuanto antes y estar junto ti.”
“Mucho tiempo ya ha pasado
y mi corazón no descansa
de mí amada la añoranza
lo tiene bien atrapado.
Siglos y siglos yo muerto
mi amor permanecerá
jamás se terminará
lo que empezó a nuestro encuentro”
“En Madrid a 14 de febrero de 1938”