Debo
de ser muy exigente, o muy gilipollas, o vete tú a saber lo que soy, detrás de
un tipo aparentemente normal, puede que se esconda alguien súper complicado.
Retorcidamente complicado al que no le bastan sus nutridas virtudes para tapar
todos sus disimulados defectos. Puede que sea eso.
Está
bien reconocer mi parte de culpa, aunque sería tremendamente egoísta atribuirme
todo el merito. Ellas también realizan sus colosales aportaciones a la decisión
final de dejarlo pasar. De hecho, en más de una ocasión he tenido la sensación
de haberme quitado un gran peso de encima.
Mi
media naranja está todavía por llegar, no tengo prisa. Cuando llegue, ya me
habré acostado con media España.
“Tanto
bajé el listón, empeñado en no estar solo, que me devolvió el frontón, algo que
ya no controlo”