No
dejaba de repetirme yo a mi mismo. ¿Cómo te va ha querer? ¿Quien coño eres? Un
jodido prepotente sabelotodo…
No
me hacía ni puto caso, seguía dándole vueltas al ajoarriero con su cebollita, su
pimiento, su bacalao y demás ingredientes…
¿Entonces?
¿Seré yo? Continuaba martilleándome la cabeza mientras me abría otro bote de
malta de la de 7,5% de alcohol en volumen.
Me
acogió sin rechistar, con gusto, sin preguntar, sin entrever un futuro. Solo
por ser yo.
La
pregunta era retórica.
Un capullo
como yo necesitaba una respuesta.
Pimentón,
cebolla, ajo, y a la quinta lata no pude sacármela ante el inodoro. Me mee
encima y subí a ducharme.
Me
despejé un poco y me pregunté; ¿Y yo? ¿Quiero a alguien?
El
mal mora en mí…..