Le rogamos a Chocho Lindo que nos acompañase, pero finalmente solo nos fuimos nosotros tres; Richard Tronero, Freddy Montana y un servidor (Galbano Trapote). Ya sabéis que el Richard es muy de follar y liar broncas, Freddy es un enamorao de filosofar cargado de substancias duras y yo soy más de unas risas machacándome el poco hígado que me queda. No nos metemos en el terreno de los otros porque con el paso de los años hemos aprendido a respetarnos o más bien diría yo, a soportarnos. Lo de juntarnos los tres, suele ser algo no apto para respetables padres de familia.
Un haz de sol que entraba por la ventana alcanzó mis ojos.
Mientras me incorporaba obtusamente en la cama y me llevaba una mano a la sien, solo acertaba a comprender que la noche anterior me había bebido dos bodegas. Nada nuevo hasta que pisé unas bragas y empecé a recordar que Richard había triunfado y volvimos a casa con una fémina. Miré a mí alrededor buscando a la dueña de la lencería sin mucho éxito. Hasta que llegué al baño. Al verla tan morada le tomé el pulso y la sentí muy fria. Entendí entonces que Freddy se había pasado con sus invitaciones.
Ahora solo queda Chocho Lindo para contarlo.
.