Es obvio que no hay cuerpo humano que aguante eternamente una constante e incontrolable invasión de agentes externos aparte de los que diariamente nos atacan a todos los mortales (que no son pocos) pero lejos de parecer hipocondríaco si que es cierto que nuestro cuerpo es una maquina casi perfecta con una extraordinaria capacidad de recuperación y que tan solo debemos ayudarle con un poco de voluntad. Tal vez alguno este pensando que me estoy acobardando y que para no doblegarse es mejor estar muerto, que me estoy aburguesando y que ya empiezo a vivir de recuerdos como esos abueletes que te cuentan sus batallas. ¡Vive deprisa, muere joven y dejaras un bonito cadáver! El filósofo de bar que dijo la famosa frase (James Dean), no vivió lo suficiente como para ver a muchos de sus amigos morir de sida, pero quizás cuando tuvo el accidente hubiese deseado borrar de la historia la frasecita de marras.
Con el tiempo cambian las preferencias, y si como yo, has tenido la suerte de no morir en el intento probablemente tu forma de vivir también sufra una metamorfosis. ¿Que culpa tiene Eric Clapton de ser investido comandante de la orden del imperio británico? Es ley de vida. ¿Quien se lo iba a decir en los 70? Cuando también le gustaba darse su homenaje diario de caballo, remojado además con alcohol y otras sustancias, y fíjate años después le dan una medalla, ¿Qué debería haber hecho? ¿Morirse reventao? Nos hubiéramos perdido un montón de buenas canciones, quizás Jim Morrison o Freddy Mercury también quisieran su medalla o el propio Sid Vicious, si hubiese tenido un momento de cordura, eso por poner solo unos ejemplos de los mas radicales, porque la lista es interminable (Elvis, Janis Joplin, Antonio Flores, Kurt Covain,….) Yo prefiero apuntarme al carro de Mick Jagger y su banda o al de Joe Cocker, Eric Clapton, Lou Reed, Iggy Pop y demás ejemplos, y tengo mi propia teoría de por que estos siguen vivos, entre otras cosas, porque si hubiesen muerto jóvenes sus cadáveres hubiesen sido de igual manera, feos y arrugados, luego...
¡Pa que palmarla!