jueves, 6 de noviembre de 2008

LA CHARI

Serían aproximadamente las diez de la mañana de cualquier día laboral de Junio y por motivos de trabajo me encontraba en la isla de Tenerife dirigiéndome a una reunión con el presidente de una asociación para convencerle de la importancia de su participación en un proyecto a nivel nacional y bla bla bla bla. El taxi me dejó en los locales de la asociación y para hacer un poco de tiempo mientras esperaba, me tomé un zumo de piña en una cafetería que estaba integrada en los mismos locales. Resultó que la camarera de la cafetería era la mujer del señor con el que me había citado y además también ocupaba un cargo en la junta directiva de la asociación. ¡Bueno! ¡Bien! ¡Todo queda en familia!, Pensé.

Para que os pongáis en situación el sitio era uno de estos lugares con las sillas de formica del año catapún. Entraba el barrendero, se tomaba un cortao, charlaba con la camarera y se largaba. Entraba un repartidor, dejaba unos paquetes y la misma operación. Entre cliente y cliente, que la verdad no fueron muchos, la buena señora intentaba tenerme entretenido mientras su marido que ya se retrasaba a la cita volvía de hacer unas gestiones por el centro de la ciudad. Maria del Rosario, que así es como se llama la buena señora, me comentaba cosas sobre la isla y me decía que una pena que me tenga que marchar tan pronto y en fin todas esas conversaciones de cortesía que se suelen tener si eres un poco hospitalario o simplemente educado.

Charlando, charlando, “La Chari” como cariñosamente me dijo que la conocen, empezó a comentarme que le gusta mucho cantar, que tiene más de doscientas canciones escritas y que la llaman para actuaciones en verbenas, bailes de jubilados y saraos por el estilo. No contenta con solo contármelo ¡Se puso a cantar detrás de la barra!

Ella rompió aquel cariño
y le dio un cambio a su vía,
y el pintor iguá que un niño
lloró al mirarla perdía.

¡Quieto parao! ¡Centrémonos! Que me cojo un coche desde Albacete para tomar un avión e ir a las Canarias donde un taxi me lleva a un sitio y a las 10:30 horas de la mañana ya me encuentro solo en un bar con una señora que sá arrancao a cantarme unas coplillas detrás de la barra…..¡Vamos!… otros no sé, pero pá mi lo mas normá der mundo mundiar.

¡Hoooleee! Le espeto al otro lado de la barra al tiempo que entra un vendedor de lotería.
-. Guenos días Chari ¿Qué te dejo hoy?
-. Buenos días Roman, lo de siempre, aunque lo que toca…
-. Ea mujer pos habrá que jugar que te toque alguna vez, ale con dios.
-. Adiós Roman, hasta mañana.
Cuando el vendedor de lotería nos abandona la Chari sigue a lo suyo…
-. Sabe usté, a este tamien le hice una canción, es que el pobre estuvo muchos años en una casa cuna y nadie lo quiso y al final le buscaron esto de la lotería sacarse unas perrillas. Tengo muchas escritas y los de las orquestas siempre me dicen que se las deje. Pero yo no me fío que luego las hacen famosas y yo no veo ni un duro.
-. Claro, claro, hace usted muy bien, hay que tener las cosas bien atadas o si no…..

Y ante el cuadro no acabao
así decía el pintor:
"Tú me has hecho desgraciao,
sin ti qué voy a hacer yo".

En una de esas entró un señor que resultó ser el marido, contempló la escena como muy acostumbrado a ella y tras presentarnos me tuve que tomar la cerveza que su esposa llevaba ofreciéndome sin éxito más de tres cuartos de hora. Si la Chari resultaba pintoresca su marido no se quedaba atrás, después de una cerveza vino otra y después otra… Al final les tuve que dejar para coger mi avión de vuelta. Me invitaron a las cervezas y a unos aperitivos, cuando le pedí cambio para tabaco me regalaron dos paquetes de Malboro de esos de decomiso y por supuesto cuando me marchaba me advirtieron que si volvía y no les visitaba me cortaban los huevos. ¡Eso si que fue una reunión de trabajo!, cualquier cosa que pongas a su lado es una puta tristeza. De pie en la puerta del local, con el maletín en la mano justo antes de irme aún le oí cantar…..

Embiste, toro bonito,embiste por cariá.
Morir se me importa un pito
pues nadie me iba a llorá.
Aquí no hay plaza ni nombre
ni traje tabaco y oro,
aquí hay un niño muy hombre
que está delante de un toro.
En matarme no repares,
te concedo hasta el perdón,
y como no tengo mare,
la Macarena me ampare
si me cuelgas de un pitón.

PD; Con cariño para Rosario y Luis Alfonso